31 de enero de 2014

Las otoñales vacaciones de Luna

Fuente: favim.com

El otoño se acercaba, pronto, las hojas de los árboles formarían preciosas alfombras doradas y cobrizas en los suelos campestres, y Luna, esperaba sus merecidas y ansiadas vacaciones. No le gustaba marcharse en verano, cuando todo el mundo parecía huir y la pequeña ciudad en que vivía sustituía sus habituales habitantes por los veraneantes de otros lugares arrastrando sus maletas. Luna disfrutaba con eso, viajaba sin salir de allí, tomaba su libro bajo el brazo y se hacía la encontradiza con esos rostros nuevos, a veces, conocía personas que amaban la lectura igual que ella y conversaban con gestos o palabras, dependiendo del caso. En ocasiones, había hecho amistades que había continuado por carta o, en los últimos años, más bien por mail. Así que Luna, viajaba en verano conociendo otras personas y a través de sus palabras iba a este u otro lugar, cerraba los ojos y se dejaba ir, imaginado como sería la ciudad o pueblo de donde venían. También viajaba a través de sus libros, y con ellos se sentaba en parques y cafeterías esperando con ellos en la mano que acudiera alguna aventura hasta ella. Los libros siempre atraen a gente interesante. Luna era una persona solitaria, no había muchas personas cercanas a ella, personas que siempre estuvieran a su lado, pero en cambio, tampoco había muchas personas que entablaran conversación y amistad tan fácilmente. Así pues era solitaria, pero siempre encontraba con quien mantener una animada charla mientras se tomaba un café, o daba un relajado paseo.
Cuando llegó el otoño, Luna hizo su pesado equipaje, lleno de libros, libretas, ropa de abrigo y botas y se marchó a su lugar habitual de vacaciones, un lugar que nadie más que ella conocía, perdido entre los bosques donde los osos vagaban perezosos y las ardillas saltaban de árbol en árbol. Luna, había heredado una cabaña de madera de su padre que para ella era el mejor de los tesoros. Desde hacía ya diez años, todas sus vacaciones habían sido allí, apartada de todo, con su imaginación, sus libros, sus mágicos paseos por el campo que, para ella, era cuando estaba más hermoso, sintiendo las hojas crujiendo bajo sus botas y mojándose con las leves lluvias que dejaban los prados de color verde esmeralda. Luna siempre decía que prefería viajar con su imaginación, dibujando en su mente todo lo que la gente que había conocido le contaba de su lugar de origen o construyendo las escenas de sus novelas favoritas, no hay nada para ella que pueda superar lo que crea en sus ensoñaciones cuando el retiro y la soledad pueblan su cabeza de mil historias diferentes que traslada a sus hojas de papel.

 Las otoñales vacaciones de Luna es un relato de Patricia Mariño


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30 de enero de 2014

Naturaleza casi muerta, de Carme Riera

Editorial: Alfaguara
Género: Novela Negra
Páginas: 250
Publicado en 2012


Opinión y resumen

Estoy un poco enfadado con este libro y con su autora, porque el libro no ha cumplido ni de lejos mis expectativas, que la verdad no eran excesivas. El libro no comienza mal, el estilo que utiliza a la hora de narrar es como si fuera periodístico, pero eso no me molesta en exceso. El problema que tiene este libro es que le sobran cadáveres, le faltan explicaciones coherentes (sobre todo para la última victima) y falsea y trampea a su antojo una trama un tanto trasnochada. Si a todo esto le sumamos que en la sinopsis leemos esto: En la mente de profesores, policías y alumnos se cierne la espesa sombra de quien parece ser un meticuloso y sanguinario asesino... vamos, que te hacen ver que el sospechoso es poco menos que el Doctor Moriarty, y resulta que al final es un chapucero, torpe y medio tarado, pues como que te acabas indignando un poco. Lo único positivo que saco del libro es que está dedicado a la desaparición real de un estudiante Erasmus francés llamado Romain Lannuzel, del que a día de hoy todavía se desconoce lo que le pudo suceder. Antes del inicio de la novela la autora cuenta un poco el caso y viene a decir que el libro lo escribe como un homenaje a este estudiante desaparecido. Luego, en el libro lo primero que cuenta es que se ha esfumado sin dejar ningún rastro un universitario rumano, Costantinu Iliescu, y como su novia y un par más de compañeros se movilizan e intentan llamar la atención de los medios de comunicación y de la universidad para que se inicie la búsqueda lo antes posible. En un primer momento las autoridades creen que se trata de una desaparición voluntaria y no hacen mucho caso de la llamada de auxilio de sus compañeros, pero todo cambia drasticamente cuando la novia del desaparecido aparece muerta a los pocos días, en los alrededores de la Universidad Autonoma de Barcelona. Con eso hubiera bastado para continuar con la trama, pero a partir de aquí la autora se empeña en llenar de muertos el campus universitario y lo estropea lo que no está escrito. El libro está impecablemente bien escrito, pero eso no es suficiente si lo que se cuenta no tiene un mínimo de coherencia. Yo soy de los que aceptan las trampas en la literatura y me creo casi cualquier cosa, sin ponerle excesivas pegas, pero todo tiene un limite y en este libro se han pasado bastante.

Mirando un poco por Internet, al menos me llevé la feliz noticia de que Carme Riera no volverá a escribir novela negra. Gracias Carme, para los que amamos el género negro es mejor así.


Fragmento


Si los tres hubieran ido vestidos de otra manera, de sarga y con cascabeles él, ellas con faldas largas y jubones de brocado, habría parecido un bufón acompañando a dos princesas como las que salen en los cuentos. Altas y guapas, especialmente Laura, muy rubia, de una belleza de Gracia botticelliana, sometida, eso sí, a un régimen tan riguroso como eficaz. Las dos chicas ves­tían camisetas ajustadas y cortas que permitían entrever sus ombligos. Cuando se sentaron en torno a la mesa de reuniones del despacho de la decana, las minifaldas deja­ron aún más al descubierto unos muslos estupendos.

Nota

4/10

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28 de enero de 2014

El solitario, de Guy des Cars

Editorial: Planeta
Género: Novela Negra, Narrativa
Páginas: 245
Traductor: Irma R. Echevarría
Publicado en 1951 (1958 en España)

Opinión y resumen

Siempre me han llamado la atención todos esos personajes que se salen de los cánones novelescos por antonomasia. El principal personaje de El solitario va muchísimo más allá, dado que, se trata de un protagonista ciego, sordo y mudo. Antes de comenzar a leer la novela el hecho de que el personaje padeciese lo que se conoce como el triple mal, fue determinante para que me adentrara en su lectura. Una vez concluida puedo asegurar sin ambages, que se trata de una novela realmente notable. Tiene alguna que otra trampa en el desarrollo del argumento, pero lo compensa con creces cuando en los capítulos de la defensa conocemos como criaron y educaron a Jacques Vauthie.
La trama de la novela gira en torno al asesinato de un estadounidense a bordo de un transatlántico, en el que nuestro protagonista y su mujer se dirigen de regreso a Francia, después de haber estado en una gira por Estados Unidos promocionado un libro que ha escrito Vauthie: El solitario.
Jacques desaparece durante unas horas del barco y cuando la tripulación lo encuentra, está en el camarote del estadounidense completamente empapado de sangre y a escaso metros de un cadáver. Todo hace pensar que Vauthie ha matado al estadounidense, pero lo realmente extraño es que en ningún momento trata de defenderse y no existe ningún móvil aparente. Por mediación de su mujer, que se comunica con el mediante el tacto, Vauthie asume ser el autor del crimen. Cuando el barco atraca en Francia, llevan a Jacques ante la justicia de inmediato. El juez decano intenta proporcionarle un abogado, pero todos rehúsan defenderlo, porque además de que la comunicación con Jacques ya es de por si complicada, se niega rotundamente a hablar, pese a que sabe escribir y leer en braile y mediante el tacto. El juez tiene que recurrir a un veterano abogado defensor, Victor Deliot, que aunque no ha defendido nunca un caso criminal es tan astuto y perspicaz que destapará mediante los interrogatorios en el juicio el misterioso asesinato.
Ya no cuento más que si alguien se lo quiere leer tampoco es cuestión de destripar el final. Si que es verdad que precisamente el final es lo más flojo o inverosímil del libro, pero como ya he comentado anteriormente, el planteamiento del libro y el personaje de Jacques es tan original que bien merece la pena leerlo.

Fragmento del libro


—Observe que ayer procedí muy bien, obligándole a respirar mi olor. Ahora no se inquieta más: me reconoce. ¡Es realmente curioso y bastante perturbador el pensar que le ha sido suficiente “olerme” una sola vez para reconocerme! Lo que no significa que seamos ya amigos… Por el momento, podríamos decir que nos observamos mutuamente. Hay aquí, sin embargo, alguien que le molesta. Mire… ¡Es usted, mi querido intérprete! Percibe un nuevo y tercer olor; el mío y el del guardián le son ya familiares. Será indispensable que, por ahora, se acostumbre también a usted. Pero como desconfío un poco de las reacciones que podría tener y no quisiera por nada del mundo comprobar que le reserva a usted el mismo recibimiento, un poco brusco, que me hizo ayer, voy a esforzarme por romper el hielo con una pequeñísima gentileza…

Nota 

8/10

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23 de enero de 2014

Punto y final



El día 1 de mayo se enteró de que pronto moriría. Cáncer terminal, demasiado extendido para que se pudiera hacer nada. Ella no había ni llorado, se quedó sentada frente a su azorado y joven médico, le miró profundamente mientras le aseguraba que el tiempo que estuviera todavía en pie lo viviría al límite. Se decidió a hacer un largo viaje, sin decir nada a nadie. Se marchó con una ligera maleta. No le gustaban las despedidas. Prefería dejar la vida disfrutando al máximo en un paradisíaco lugar. Tomó los ahorros de su vida y se fue de viaje en un hermoso crucero por el Mediterráneo.
En un soberbio cuaderno de cuero escribió con pasión los años más intensos de su vida. Amores salados en las playas cantábricas, frescos como sus aguas, intensos, placenteros y a fin de cuenta fugaces, sin huellas profundas y por eso menos dolorosos, recuerdos burbujeantes, chispeantes. Habló también de Sergio, con ese pulsante sufrimiento que le provocaba su recuerdo, aquella risa endiabladamente seductora, aquellas manos que le excitaban con sus caricias. Se fue una tarde agosto y no le volvió a ver. Se fue a morir al mar al igual que estaba haciendo ella, sólo que él sólo murió para ella, en el mar de otros labios. Escribió sobre aquel trabajo que amaba en la editorial y que había terminado hace un par de meses por recorte de personal. Y sobre todo vivió… vivió en los brazos de Fernando, de Fabio, de John… y en las playas de Grecia, llorando ante el Partenón, vivió… hasta que un día, amaneció fría en su camarote, y todavía una sonrisa radiante brillaba en su rostro.






Punto y final es un relato de Patricia Mariño

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16 de enero de 2014

Angustia

El timbre del teléfono suena impaciente en la estancia, un tono de espera, un grito de angustia, otro tono de espera, una mano se alarga para cogerlo, otra mano la agarra con dureza, otro tono de espera, una vida se apaga.
Raúl sigue ojeando distraídamente los papeles preparando la reunión de esa mañana, vuelve a mirar la hora, su mujer debería estar en casa, marca el número de teléfono de nuevo, espera, nadie contesta. Sus ojos vuelven a recorrer los gráficos, las palabras, pero su mente no está allí, está inquieto. Intenta tranquilizarse pensando que saldría a hacer algo de compra, a pasear, quién sabe qué. Marca el número de su móvil, el tono de espera se alarga hasta que desparece. El corazón de Raúl empieza a convertirse en una piedra pesada, le duele, le quema. Se levanta, recorre el despacho. Maldita reunión. Se sienta, mira la fotografía de su esposa, con su mirada tan limpia y hermosa. Se levanta de nuevo y toma la chaqueta.
-Raquel, tengo que salir un momento.
-Señor, le recuerdo que en una hora y media tiene la reunión con los japoneses.
-Lo sé, volveré antes.-Se detiene un momento. Y si no consigo volver haz lo posible por cancelarla.
Sale rápidamente del edificio, se sube a su coche. El pedal del acelerador cede suavemente ante la presión insistente de Raúl. Va muy rápido. No le importa. Cada vez siente más angustia. Cuando llega a casa ve el coche de su mujer aparcado. Sube corriendo las escaleras. Abre la puerta impetuosamente. Ve un desorden que le deja helado. Signos de lucha. Objetos caídos. Se dirige al salón. Ve los pies de María asomando por detrás del sofá. Se acerca corriendo, con un nudo en la garganta. María yace tumbada boca arriba, con el rostro azulado, los ojos muy abiertos, la boca en una “O” perfecta, una marca morada en el cuello, sus manos en garra. Raúl se derrumba y llora. No entiende nada. ¿Quién?. ¿Por qué?. Se serena un instante y toma el teléfono, a los dos tonos responden en la comisaría de policía. Cuando les explica lo ocurrido su voz parece metálica, impersonal. Se sienta en el sofá con la mente vacía a esperar.

Angustia es un relato de Patricia Mariño.


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14 de enero de 2014

16 joyas literarias

Pulsera y anillo conectado de Los juegos del hambre


Hace algunos meses ya di pistas de cómo vestiría a una mujer con literatura. Hoy voy a completar esa entrada con esta recopilación de artículos de joyería/bisutería relacionados con el mundo de los libros, que estoy seguro que a más de una lectora le va a encantar.

En lo que viene siendo la bisutería literaria, lo que más triunfa son los colgantes, pero también los brazaletes están pegando fuerte y los anillos y pulseras nunca pueden faltar. De la literatura actual, son las sagas literarias las que cuentan con más complementos. De Juego de tronos, Harry Potter Los juegos del hambre hay un montón de cosas molonas y algunas a muy buen precio. De la literatura universal, autoras como Jane Austen o Virginia Woolf también cuentan con un montón de bisutería relacionada con sus libros o con su propia figura. De los chicos, el bueno de Edgar Allan Poe es el que se lleva la palma con tropecientos artículos Si hay un clásico por el que no pasan los años y del que también encontramos todo tipo de abalorios, es de la saga de El señor de los anillos. Otro de los libros clásicos que parece no querer envejecer ni a la de tres, y del que abunda un montón de bisutería, es la Alicia de Lewis Carrol. La muestra que vais a ver a continuación consta de 16 productos. Como nota discordante y al mismo tiempo curiosa, he incluido un espantoso colgante en el que aparecen las gemelas de El resplandor,  porque al fin y al cabo Sthephen King cuenta con una legión de incondicionales y a alguien le pueda hacer ilusión hacerse con esa pieza rara de narices.

Para la elaboración de la entrada he tomado prestadas todas las fotos de un álbum de Pinterest de la biblioteca de Chrášťany (Rep. Checa). En el tablero que gestiona esta biblioteca podéis encontrar más de 2.000 artículos relacionados con la bisutería y los libros, así que, si os gusta la entrada y queréis seguir conociendo el curioso mundo de los abalorios literarios entrad y echadle un vistazo, seguro que os enamorarais de alguna monada de las que tiene.

Pues eso es todo, a ver si os gusta. Una última cosa, he ordenado los artículos por precio y he enlazado todos los productos a las tiendas en donde los venden, así que si queréis consultar más detenidamente algún articulo lo tenéis facilísimo siguiendo los enlaces.



Anillos Harry Potter (1,20€ cada uno)
Collar de Juego de tronos (1.65€)


Collar y colgante El guardián entre el centeno (7,52€)
Colgante del búho de Harry Potter  (8,27€)
Las gemelas de la película de El resplandor  (8,27€)



Pendientes Harry Potter (9.03€)


Brazalete de Juego de tronos (10,53€)
Pendientes El perro de los Baskerville y una maquina de escribir (12,79€)
Alicia en el país de las maravillas libro medallón (15,33€)

Brazalete con una cita de Edgar Allan Poe y su imagen (22,57€)


Brazalete Persuasión de Jane Austen (30,09€)

Brazalete Nevermore de Edgar Allan Poe (30,09€)
Brazalete Alicia en el país de las maravillas (35€)

Pulseras de cuero de Tolkien y de e.e cummings (36,6€ cada una) 

Collar y colgante de Virginia Woolf (38,40€)




¿Te ha gustado alguna joya en especial?
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9 de enero de 2014

Askhyl



 -No te preocupes Jade, a mí esas cosas no me importan.
-Sabes que no puedes engañarme Askhyl, te conozco desde que salí de mi huevo y eras una niña. Además de maga eres humana, y sé que te sientes muy sola.
-Tonterías, te tengo a ti.
-Pero no es lo mismo, soy un dragón y aunque te quiero hay demasiadas cosas que no te puedo dar.
- No importa, no las necesito.
Askhyl era una necromaga del ejército de Mhal, para ser más exactos la única necromaga que existía y que había existido. Hacía quince años, cuando era una niña de cinco, había sido poseída por el espíritu de la necromagia. Nunca antes había sucedido.
La magia era la que elegía al individuo que debía usarla y dominarla, siempre seleccionaba a niños de entre cinco y ocho años, nadie sabía en que se basaban las distintas disciplinas mágicas para escoger a uno o a otro, pero una vez el niño había sido poseído debía de partir para ser instruido en el Palacio de los Magos. Era el mayor honor que podía ocurrirle a una familia, pues enseguida conseguían una mejor posición social y mucha riqueza. Los magos una vez había acabado su formación pasaba a engrosar las filas del ejército.
Askhyl había sido una extraña excepción en la elección de la magia, pues siempre habían sido elegidos solamente los muchachos. Además la necromagia solamente elegía una vez cada cincuenta años, con lo cual los necromagos eran muy escasos. Así pues, Askhyl era doblemente especial.
Un día de verano, cuando era pequeña y jugaba en el jardín, empezó a tener unos horribles espasmos, chillaba y lloraba. Sus padres estaban muy asustados, la miraban angustiados sin saber qué hacer, en ese instante, su bonita melena negra perdió todo su color volviéndose blanca y la palma de la mano derecha empezó a arder y en ella apareció escrita la runa de la necromagia. Sus padres quedaron asombrados. Todo el mundo estaba conmocionado, había ocurrido lo nunca visto. La única función de las mujeres era casarse y traer hijos al mundo y ahora había una necromaga, nada más y nada menos. Se llevaron a la pequeña al Castillo y empezaron su instrucción, pero antes de eso fueron con ella al valle de los dragones, pues allí debía ser elegida por su dragón. Todo mago tenía uno como compañero, era su otra mitad. En cuánto el mago ponía un pie en el valle, un dragón rompía el cascarón de su huevo y volaba torpemente al encuentro de su hermano humano. Jade así hizo y desde aquel día eran inseparables.
Askhyl siempre fue temida por todos, la respetaban, pero no querían tener mucho trato con ella. Se quedó huérfana a los ocho años y ahora estaba sola en el mundo. Las mujeres la veían como a alguien extraño con quien no tenían nada en común, sentían lástima de ella y de su prematuro pelo blanco, se apartaban siempre que la veían. Los hombres la temían, era una mujer con el poder de revertir la muerte en su mano y además hacer que quien resucitase siguiera ciegamente sus órdenes. Sea como fuere, Askhyl siempre estaba sin compañía humana. Salía a volar a lomos de Jade, nadaba en el lago, practicaba su magia,…
Cuando murió el rey de Sherm se desató una guerra, puesto que había dos posibles herederos, el hermano pequeño del rey, que se llamaba Xot, y su hijo primogénito que todavía no había llegado a la mayoría de edad, que se llamaba Mhal.
Xot se granjeó la fidelidad de los mejores guerreros y los magos más valiosos y formó su ejército. En cambio, a pesar de que los necromagos eran de los más prestigiosos, decidió no llevarse a Askhyl, hasta tal punto la repudiaba por ser mujer, y así fue como pasó a formar parte del ejército de Mhal.
En el tiempo que llevaban de guerra había hecho tomar una clara ventaja a Mhal, pues su ejército había aumentado considerablemente con tropas de guerreros resucitados. Pero aún así, todo el mundo renegaba de ella.
Un día, unos soldados se encontraban charlando animadamente alrededor del fuego, Oreh, presumía delante de sus compañeros de todas sus conquistas. Oreh era el soldado más apuesto del ejército de Mhal, tenía el cuerpo musculado, sus cabellos eran ondulados y negros y sus ojos verdes como la hierba en primavera. Todas las muchachas se morían por bailar con él, y según decía acababa probando los encantos de alguna de ellas todas las noches. Sus compañeros envidiosos se reían de él.
-Oreh, ya que eres tan irresistible te propongo un reto.- Dijo uno de ellos.
-Lo que quieras, estoy seguro de que lo lograré.
-Tienes que seducirla a ella…-Su dedo señaló a Askhyl que estaba cenando sola junto a una pequeña hoguera.
Oreh trató de reprimir un escalofrío mientras la miraba fijamente. Nunca la había visto como a una mujer, ni como a un mago, ni como a nada. A pesar de cumplir bien su trabajo era algo antinatural, que no debía de existir. La miró fijamente parándose a contemplar su rostro. La verdad es que tenía una bonita y dulce cara. El uniforme del ejército se ajustaba a su cuerpo insinuando unas curvas sugerentes. Seguro que nunca había estado con un hombre. Se preguntaba si podía sentir placer como mujer, le gustaría averiguarlo. Sí, la verdad es que era un excitante reto. Las otras mujeres eran piezas fáciles de conseguir, pero ella… Seguro que le reportaba más satisfacción.
-Acepto.- Dijo entrecerrando los ojos.- Ella será mía.
 Cuando Askhyl despertó aquella mañana, no tenía ni idea de que sus pasos iban a ser muy vigilados por primera vez en su vida adulta. Oreh, como buen guerrero ideó una estrategia para acercarse a ella y conquistarla. Primero debía conocerla, saber sus costumbres, familiarizarse con su vida.
La siguió cuando fue a nadar al lago, observó su bonito cuerpo desnudo antes de lanzarse al agua, se quedó acechando entre la maleza como un cazador con su presa, cuando salió del agua miró embelesado su cuerpo brillante de gotas de agua. Después volvieron al campamento, observó como desayunaba solitaria, pero muy digna. Al acabar el desayuno fue a visitar a su ejército de resucitados, estaban en un campamento aparte ya que los demás guerreros no querían compartir el suyo con los muertos. Todos la rodearon y Askhyl, les contó historias de batallas, enseñándoles como debían actuar. Oreh escuchaba asombrado, se dio cuenta de lo inteligente que era. Pero, lo que Oreh no sabía, es que Askhyl simplemente iba a hablarles para tener algún contacto humano, a pesar de ser un triste consuelo, pues los resucitados no eran más que cuerpos vacíos animados por la necromagia que ella les insuflaba, por eso obedecían sus órdenes, pero no eran capaces de entender nada de lo que ella les decía. Oreh se fue satisfecho a hacer sus quehaceres y no vio como Askhyl lloraba de impotencia y soledad al marcharse de allí.
Todos los días dedicaba unas horas a observarla. Un día, Askhyl estaba acariciando y hablando con Jade, el dragón lo sorprendió mirando y se lo dijo divertido entre dientes. Ella se volvió a mirarlo y sus ojos se encontraron.
-¿Qué quieres?.-Le dijo Askhyl muy seria.
-Quería decirte que eres muy hermosa.- Oreh puso su mejor sonrisa y su pose más seductora.
Askhyl frunció el ceño y le miró con desprecio, se marchó indignada preguntándose qué nueva burla planeaban contra ella.
Oreh se quedó asombrado, ninguna mujer había reaccionado así a sus palabras.
El tiempo seguía pasando, las batallas se sucedían una tras otra, el ejército de Mhal estaba consiguiendo que el ejército de Xot fuera retrocediendo a las fronteras del reino, la mayor parte del éxito, era gracias al escuadrón de resucitados liderado por Askhyl. Pero aún así, nadie reconocía su valía, lo único que hacían era burlarse llamándola la Reina de los Muertos.
-¿Qué Oreh, no eres capaz de conquistar a la Reina de los Muertos?
- A lo mejor si lo matamos le presta más atención.
Todos reían, pero Oreh ya no podía reír con esas bromas, se sentía indignado, le gustaría golpearles por no darse cuenta de su valía.
Se marchó de allí enfadado. Se internó en el bosque para reflexionar sobre esos sentimientos tan intensos que estallaban dentro de él. Entonces la escuchó cantar una bella y triste melodía sobre la soledad y el rechazo. Oreh estaba conmovido, siguió su voz y la encontró sentada bajo un árbol en un pequeño claro. Las lágrimas resbalaban por su rostro. Cuando levantó la vista y le vio, se levantó rápidamente e iba a echarse a correr, pero Oreh la retuvo y la abrazó desde atrás.
-Askhyl, escucha, escúchame, por favor. No te resistas. Es cierto que no me hubiera fijado en ti si mis compañeros no me hubieran retado a conquistarte, seguro que sospechabas que tras mis atenciones había un truco, y cierto lo había.- Askhyl se puso a forcejear intentando soltarse.- Pero, después de observarte cada día, de ver como vives, lo que haces, como eres… creo que vales muchísimo, me pareces tan hermosa, tan inteligente y valiente. No puedo dejar de pensar en ti, no he vuelto a estar con ninguna otra mujer, ya ninguna me gusta, sólo te veo a ti. Déjate querer Askhyl, yo calmaré tu soledad, yo te daré todo el amor que necesitas.
Askhyl se puso a tironear hasta soltarse, se dio la vuelta y le miró con odio.
-¡Mientes!, y yo no necesito nada de ti.
Askhyl se escabulló como un animalillo asustado y Oreh se quedó solo, desconcertado y triste, nunca había ansiado tanto estrechar a una mujer entre sus brazos, y ella los había dejado vacíos volcando todo su odio y desprecio sobre él
Los días siguientes Oreh, caminaba taciturno por el campamento, miraba a Askhyl desde la distancia y cuando sus miradas se encontraban, ella solamente manifestaba repugnancia. Sus compañeros se percataron de la situación y se mofaban de él.
-¿Acaso has caído a los pies de la Reina de los Muertos?¿No ves que has de estar muerto para que quiera estar contigo?
Oreh no aguantó más y se enzarzó en una pelea ante los atónitos ojos de Askhyl, que empezó a preguntarse si su admiración sería sincera.
A la mañana siguiente, el ejército se puso en pie para una decisiva batalla, si vencían harían retroceder al ejército de Xot fuera de las fronteras y la victoria sería suya. Dado la dificultad del terreno, Askhyl debía de ir caminando con su escuadrón, no podía montar a Jade. Se colocó en la retaguardia y desde allí marchó con ellos, concentrada para dirigir su formación. Oreh, se las arregló para estar en la posición más cercana posible a la de su amada.
Marchaban orgullosos, contentos, seguros, saboreando la victoria que pronto llegaría. Lo que no sabían, es que el ejército de Xot había cambiado de estrategia, el mago de la oscuridad se envolvió en una de sus sombras y, recorriendo el escuadrón resucitado encontró a Askhyl en la retaguardia, sabían que ese día ella no montaría su dragón al igual que ellos. El mago tomó forma corpórea para aplicar su hechizo mortal, y Oreh, que no dejaba de velar por el bienestar de su Askhyl, al ver al mago se precipitó para interponerse entre ellos. Cayó al suelo fulminado y Askhyl al darse cuenta ordenó a varios de sus guerreros que rodearan al mago y lo mataran con sus espadas de muerte.
Askhyl se arrodilló y cogió a Oreh entre sus brazos, estaba muerto, las lágrimas brotaron y bañaron su rostro, había muerto por ella y nunca le había creído.
Sabía cual era el procedimiento a seguir, pero no pudo hacerlo, no pudo convertir a Oreh en una de las cáscaras vacías integrantes del ejército de los resucitados. Le besó en la frente y lo depositó en el suelo. Con el corazón deshecho siguió dirigiendo a sus soldados sintiéndose más sola y desgraciada que nunca.



Askhyl es un relato de Patricia Mariño.


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